lunes, 14 de julio de 2014

CAPITULO 9 (segunda parte)



Estaba ligeramente desesperado, no, la verdad es que estaba desesperad y muy ansioso.
Desde que conocí a Charlotte no eh tenido un segundo de calma. Desde que la vi, supe que era para mí, la quería como una mujer real en mi vida, una que existiera en mi presente y que estuviera conmigo. Su mirada seductora, su rostro angelical y sexy a la vez, y sus facciones coquetas e inocentes. Era la mezcla de una fiera y un ángel en una sola persona. Charlotte. Es la mujer que eh deseado desde hace mucho tiempo, la mujer que espere y con la cual soñé, no por gusto conquetee con ella cuando la vi en el avión. Aun recuerdo sus ojos ensanchándose al mirar con una expresión de “Vaya pedazo de hombre” jajaja si, lo deduje al instante y perdido en esa mirada me deje llevar y me porte como tal, un capullo, como dirían los españoles, pero un capullo coqueto y agradable, que más da.
Estoy tan ansioso que no puedo seguir esperando en la cocina. Miro el tiempo y veo que ya tengo que apagar el horno con mi obra maestra en el. Lo apago, pongo los postres en la refrigeradora y luego salgo a la puerta a esperarla…las ansias me matan.

¿Y si no viene?

No, no creo que me haga eso, anoche en sus ojos vi que no mentia…se que vendrá.
Y como si el cielo me diera una respuesta, Charlotte bajaba del taxi y volteaba a mirarme, aunque por un momento se perdió admirando mi casa, lo sé, es mi santuario.

-Preciosa, temí que no vinieras

-Pues ya estoy aquí –dijo sonriéndome

Al entrar juntos y admirar su belleza, me quede más prendado de ella. Su alegría, la armonía en sus ojos, sus gestos infantiles de sorpresa y admiración y sobretodo su encantador carácter y su actitud desafiante y sensual, hicieron que estuviera completamente perdido por ella

Al servirle la cena, sinceramente estaba muy ansioso. Mi hermana me aconsejo que preparara lo que mejor sabia hacer y lo único que se me vino a la mente fue lasagna…lo único que me sale bien, en realidad no son tan buen cocinero como creyó Charlotte.

Cada vez que miro sus ojos me recuerda a alguien que conocí hace unos meses a través del facebook…no se, pero tiene rasgos muy parecidos, hasta podría pensar que Charlotte es la hija de Celine pero eso es imposible, Celine no tiene hijos y además es soltera, que más da. Al recordarla me pongo tenso. Ella y yo logramos tener mucha confianza, pero debo admitir que es una mujer muy hermosa y sensual y me gusta, y se que le gusto también. En algún momento pensé tener una relación a distancia con ella, aunque fuera mayor que yo, no se nota, está muy bien conservada como para creer que tiene más de cuarenta años…aunque ella no me lo haya contado, en fin, cosas de mujeres.


-¡macarones! – grita Charlotte al escuchar que le digo que tengo una caja de macarones de Pierre Herme en la gaveta, sin duda es amante del dulce, ya lo note.

Ella es tan divinamente encantadora que sin duda le propondría que se quedara a vivir conmigo…pero por favor, sin duda saldría corriendo para huir de mi y lo ultimo que quiero es que se aleje de mi vida. Siento que la necesito, no, la necesito mas de lo que imagino. Su sonrisa contagiosa, su alegría y su manera infantil y divertida de hacer las cosas, pero sobretodo me fascina lo sensual que es sin darse cuenta, sin duda es algo natural en ella, y eso la pone en la mira de cualquier hombre.

Mientras Charlotte y yo subimos al ático  para poder mostrarle mi estudio de arte, veo como su sonrisa llena todo su rostro e ilumina su mirada…se que esta asombrada por la intimidad que le estoy dando y eso me hace aun más feliz, saber que le estoy dando esa cercanía a mi intimidad también me hace libre del peso de los recuerdos que llevo a causa de…mejor no pensar en ella, en fin, lo que tuve con ella ya paso y murió, ahora está feliz con su marido y sus hijos en las Bahamas.



-Wow, esto es increíble- murmura Charlotte mientras se para frente a todos los lienzos en los que trabaje durante mis últimos días de tristeza a causa de…en fin, no vale la pena recordarlo.

-No soy pintor, pero parece que tengo talento, o al menos eso dicen- digo sin parsimonia

-¡Pero si esto es perfecto! –casi grita mientras ve un paisaje de la isla de francia.

-Tengo un amigo que es dueño de una casa en ese lugar, así que pase la tarde en su casa y me dedique a hacer ese cuadro, al final se quedo con el original. –digo mientras sonrío al recordarlo.


Recuerdo este estudio, y recuerdo quienes fueron las únicas personas que vinieron aquí; mi hermana, mis padres y…¿Por qué rayos la recuerdo a cada instante? Maldición, esa debe ser una maldición suya, no hace más que causarme malestares y malos recuerdos. La mujer que hirió mi orgullo y se fue a vivir con su amante destrozo toda la ilusión que quedaba en mi, pero sobretodo me dejo inseguro y sin ganas de enamorarme otra vez…hasta que apareció Charlotte con su hermoso rostro y encantadora y desafiante actitud… ¿Cómo no enamorarme de ella?

-¿Quién es la mujer de este cuadro? –sin darme cuenta, Charlotte había descubierto un oleo que estaba escondido detrás de un enorme biombo. Charlotte es muy curiosa, pero su curiosidad hace estragos en mi al mostrarme el rostro de la mujer que odio…Anais.

-No es nadie, ahora vámonos de aquí- digo mientras trato de no parecer afectado y cubro el cuadro botándolo detrás de cajas de pintura. Hace un año que no veía ese cuadro y había olvidado que seguía aquí. ¿Por qué demonios no lo tire a la basura?

-¿Era tu novia? –pregunto Charlotte sin percatarse de mi molestia…y su pregunta me pillo desprevenido.

-OH, lo siento…no fue mi intención, y la verdad no importa, voy bajando a la cocina, vienes rápido. –dijo incomoda mientras bajaba prácticamente lanzándose a la escalera.

No quise pensar más en ella, no valía la pena recordarla. Maldición, hace años que no pronunciaba ni su nombre y hoy aparece como una señal a seguir jodiendome la vida. ¡Maldita seas Anais!


Respiro una y otra vez hasta lograr serenarme y alcanzo a Charlotte que ya estaba en la cocina comiendo dos macarones  a la vez…que preciosa es hasta cuando come, su rostro de placer al morder los macarones me dan cierta alegría…pero al darme cuenta de la doble intención, mi amigo empieza a reaccionar de una manera que no debería…ya habrá momento para eso, pero ahora no, ahora Charlotte es la mujer que deseo conocer y admirar.

Joder, es tan encantadora, creo que jamás dejaría de admirarla.

Trato de buscar la manera en nuestra conversación de decirle lo que siento, lo que quiero y lo que mis sentimientos exigen y decido que tengo que pedirle que sea mi novia, ¿Por qué retrasar las cosa? Al final sucederá ahora o mañana.
Se que Charlotte me ayudara a olvidar el mal recuerdo que me dejo Anais cuando hizo esa estupidez, se que de alguna manera me ayudara a sanar las heridas que esa persona me dejo.

-Charlotte, se que esto es muy apresurado pero tengo que decirte algo…

-Si, acepto –me dijo con la mirada ansiosa…hasta que- diré…prosigue –se avergonzó por adelantarse a los hechos, sonreí y proseguí.

-Charlotte, ¿te gustaría ser mi novia? 

-Oh…-me miro fijamente y me beso, un beso dulce suave y ansioso- si, claro que si…aunque sea muy rápido- sentencio y sonrió.

El que me este declarando a una chica en menos de dos semana de conocerla, sin duda es algo alocado, jamás fui tan imprudente con mis relaciones anteriores, pero que mas da…Charlotte es hermosa, divertida, alocada, sexy y encantadora, ¿Qué puedo perder?
Después de pasar una hora como novios, hablando de nosotros y proyectándonos a un futuro, donde las visitas son en el horario libre de ambos…aunque por estos días no estoy trabajando, tengo que esperar el tiempo de Charlotte, aunque ella me ofreciera dejar de trabajar para quedarse conmigo, no podría ser así de egoísta, ella tiene total libertad para hacer lo que la hace feliz y no seré yo quien la aleje de lo que ama.

Después de olvidar a la odiosa mujer de ojos verdes y pasar unas horas con Charlotte en la sala mirando una serie que me encanta “White Collar”, Charlotte me confiesa que se siente atraída al protagonista de la serie Matt Bomer…vaya gustos, sin duda si fuera mujer, jamás me habría fijado en ese tipo, en fin, cosas de mujeres que no entiendo.

Una hora mas tarde estaba solo recostado en el diván de mi estudio, recordando lo infeliz que me sentí cuando supe una verdad que no pensé vivir y sobre todo cuando tuve que ver partir a la mujer que mas ame en mi vida ¿Cómo pudo pasarme eso a mí? ¿Qué hice mal? No se las respuestas y no pretendo conocerlas ahora, lo único que se es que no quiero fallarle a Charlotte, pero si ella me falla, jamás volveré a mirar a las mujeres de la misma manera, algo en ella me dice que lo nuestro puede ir mas allá, pero eso solo el tiempo lo dirá…


¿Sera Charlotte la mujer de mi vida?

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